El vino del asesino – Charles Baudelaire
Mi mujer está muerta, ¡soy libre!
Puedo, pues, beber hasta el hartazgo.
Cuando regresaba sin un sueldo,
Sus gritos me desgarraban los nervios.
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Mi mujer está muerta, ¡soy libre!
Puedo, pues, beber hasta el hartazgo.
Cuando regresaba sin un sueldo,
Sus gritos me desgarraban los nervios.
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Una noche, el alma del vino cantó en las botellas:
«¡Hombre, hacia ti elevo, ¡oh! querido desheredado,
Bajo mi prisión de vidrio y mis lacres bermejos,
Una canción colmada de luz y de fraternidad!
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Blanca muchacha de los cabellos rojizos,
Cuyo vestido por los agujeros
Deja ver la pobreza
Y la belleza,…
Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo
ya no encerraron el largo gusano de mi dedo
ni maldijeron al mar enroscado en mi puño,
la boca del tiempo sorbió como una esponja…
Texto original del autor Donatien Alphonse François de Sade
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Dios de Dios, nacido del Padre,
naciste de tu más antigua sombra en el primer soplo
y antes, mucho antes que todos los siglos…
Cuando en el fondo duermas, mi Bella Tenebrosa,
de una tumba de mármol negro construida;
y tan sólo tengas por lecho o guarida
una bóveda lluviosa y una profunda fosa.
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Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,
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